por Alejandro Carrillo Lázaro
¿Cuántas consignas se encuentran pintadas en las bardas de nuestro país que definen al Estado? En nuestro entorno es muy común no solo ver bardas, también monumentos, transporte público, autobuses y transporte empresarial de mercancías. Al Estado se le define como opresor, ilegitimo, feminicida, corrupto y demás.
El Estado es una organización política, de hecho, en términos que atañen a los elementos que lo componen ésta es el máxime en su tipo. Un pueblo, un territorio y un gobierno, todo esto en su conjunto lo funda. La extensión de tierra (el territorio) enmarca dos condiciones que otorga su propia naturaleza: la primera es el espacio físico en la que se asienta un conjunto de individuos, la segunda es el límite espacial; A partir del territorio podemos reconocer a ese conjunto de individuos que por sus capacidades naturales de asociación política a partir de sus necesidades comunes se integran dando origen al pueblo, ese pueblo comprende filias, fobias, deseos, intereses, inquietudes, en pocas palabras: valores; El gobierno es el elemento que nace de la organización social (del pueblo), su composición es puramente política (ejercer la soberanía) y de ahí se desprende su rama administrativa (recursos públicos), su propósito es la dirección del Estado, y enmarcar a su pueblo en un conjunto de normas que terminan siempre por definir la conducta ¿Cuál? La que nace de los valores propuestos en un primer inicio.
En el momento que los valores se encasillan y en el que los que los viven gracias a la superestructura política que condiciona la conducta (instituciones) sienten que vulneran algún tipo de estabilidad perseguida, las protestas surgen. Las exigencias se volcán a la necesidad de definir una justicia. Que esa justicia se promueva desde la razón, desde la igualdad, desde la democracia, desde la libertad y una educación que elimine ataduras guarda la esperanza del México que anhelamos todos.
El Estado mexicano debe galardonar su historia, pero los tiempos modernos exigen nuevas realidades. Los valores del pueblo que fundan un Estado han cambiado, ni el
libre comercio nos ha brindado libertad, ni las instituciones logran satisfacer el bien público. Creo en el proverbio hebreo que dice “aquel que salva una vida salva al mundo entero” pero también creo en su versión contraria que debe rezar “que aquel que daña, lacera, lastima o quita una vida, lo mismo le proclama al mundo en su totalidad”. Pero cuesta trabajo entender eso en un mundo tan individualizado. Ese Estado que vive situado en valores que ya no entienden a su sociedad en su conjunto, intentara mantenerse a como de lugar, la mejor forma es dividiendo, sectorizando.
Un mejor México debería empezar por ser empático y respetuoso.
Eppur si muove
smr 12.23