¿Y los abrazos?

por Abelardo Pérez Estrada

@abeperez

Empresario, analista político, Expresidente CANACINTRA

Al comienzo de este sexenio, el presidente nos sorprendió con una estrategia de pacificar al país, apelando a la raíz buena de los mexicanos, basándose en esa teoría de que nadie nace para hacer el mal y que el problema radica en la falta de oportunidades y acompañamiento de la familia y la sociedad para poder mantener a la gente en el camino correcto.

En ese entonces surgió la estrategia de “Abrazos, no balazos”, desde una visión puramente humana, no podría estar mas de acuerdo con el presidente de que la manera mas civilizada de comportamiento, es el camino del bien, con el respeto de las leyes, las instituciones y la sana convivencia en sociedad, también podría estar de acuerdo en que la formación desde la escuela y la familia es básica para el correcto comportamiento humano, y por lo tanto amenazar con acusarlos con la autoridad del hogar, es decir acusarlos con la mama o la abuelita, debería ser suficiente para limitar en su mayoría, los comportamientos que no son social y legalmente correctos.

En teoría, la estrategia es correcta, sin embargo, en la practica se debe considerar que esa autoridad del hogar, funciona en los primeros años de nuestra infancia, cuando desde el hogar se ponen limites y se forja el carácter, identificando las “buenas” y “malas” conductas con sus posibles consecuencias, desde el hogar se establecen las figuras de respeto, el párroco, el policía, el médico, los abuelos, los padres, profesores, etc., lo cual influye directamente en nuestro comportamiento.

Pensar que una persona, que después de varios años de elegir un camino al margen del estado de derecho, obteniendo de esta forma soluciones, ventajas y satisfactores, podría corregirse tan solo amenazándolo con acusarlo con sus padres, es por lo menos inocente y podría hasta ser un incumplimiento del mandato constitucional, “que compromete a guardar y hacer guardar nuestra constitución y las leyes que de ella emanen”, es decir, los servidores públicos que tengan en sus atribuciones la decisión de cuidar y fomentar el estado de derecho y no lo hagan, estarían incumpliendo su juramento y por lo tanto el pueblo “sabio” debería demandárselo.

En los últimos años, hemos visto como los índices de violencia se han incrementado y en gran medida por la falta de opciones, pero principalmente por la impunidad que existe en nuestro país, donde es fácil, barato, cómodo, infringir la ley, porque la posibilidad de salir impune es alta o la consecuencia es barata.

Hemos visto una escalada de violencia en manifestaciones que sin medir las consecuencias han mandado camiones como arma contra la autoridad, además de utilizar cualquier objeto que pueda infringir daño a quien muchas veces sin el equipamiento o entrenamiento adecuado, busca detenerlos o por lo menos contenerlos.

Quiero dejar claro que esto no es atribuible a ningún gobierno actual, federal, estatal o municipal, esto es el resultado del abandono, desatención y en algunos casos de alimentar estos movimientos con otros fines, heredando al siguiente un movimiento cada vez más difícil de controlar.

Sin importar que estén peleando los diferentes grupos de manifestantes, es importante reflexionar, las autoridades no tienen capacidad de dialogo, acuerdo o aplicación de estado de derecho, que impida que la única solución sea, ver a mexicanos arrojarse piedras y lo que tengan a la mano, de un lado a otro.

¿De verdad esa es nuestra capacidad de dirimir diferencias como sociedad ?, y ¿merecemos, que esa sea la forma en que las autoridades mantengan la paz social ?, creo que sería diferente, si las autoridades cumplieran los acuerdos o transparentaran los excesos solicitados en caso de existirlos, pero lamentablemente, en la mayoría de los casos, es la expresión social de grupos a los que se les incumplen acuerdos realizados en lo oscurito, de no ser así, ¿qué esperan para aplicar la ley?

Insisto …….

¡Es tiempo de los ciudadanos!, pero de los que queremos vivir en paz, de los que cada dia gritamos ¡YA BASTA!

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